Autenticidad y complicidad sobre el escenario
El pasado 7 de septiembre tuve la suerte de estar en el concierto de Estopa en Palma, dentro de su gira del 25.º aniversario. Desde antes de que empezara ya se respiraba un ambiente brutal: el recinto de Son Fusteret estaba a reventar, con todas las entradas vendidas desde hacía semanas. Se notaba que la noche iba a ser especial.

Lo que más me sorprendió fue la mezcla de generaciones en el público. Había gente joven, familias con niños, y también adultos que llevan siguiendo a los hermanos Muñoz desde sus primeros discos. Fue muy bonito ver cómo sus canciones unen a tanta gente distinta.
Veinticinco años de rumba y energía en directo
Cuando salieron al escenario, la conexión fue inmediata. Estopa tiene esa naturalidad que hace que un concierto con 15.000 personas parezca algo cercano, casi íntimo. Cantaron clásicos de siempre, pero también temas de su nuevo álbum Estopía, y la combinación funcionó de maravilla: nostalgia y frescura en la misma medida.

No puedo dar detalles canción por canción, pero sí puedo decir que la energía no decayó en ningún momento. Hubo complicidad, risas, emoción y esa chispa que solo ellos tienen. Salí con la sensación de haber estado en un concierto que no solo fue una celebración de su carrera, sino también una fiesta compartida con todos los que estábamos allí.
Uno de los momentos más especiales fue cuando todo el público coreó a una sola voz algunos de sus himnos más míticos. Esa sensación de cantar con miles de personas a la vez, compartiendo recuerdos y emociones, es algo que solo un grupo con la trayectoria de Estopa puede lograr. Fue un repaso a nuestra propia historia, a esas canciones que llevan años acompañándonos en viajes, fiestas o momentos cotidianos.

Además, el sonido y la puesta en escena estuvieron muy cuidados, sin artificios innecesarios, pero con la fuerza suficiente para llenar el espacio al aire libre. Estopa no necesita grandes parafernalias: su autenticidad y la complicidad con el público son el verdadero espectáculo. Y eso, en Palma, se notó de principio a fin.

En resumen: un concierto redondo. Estopa sigue siendo auténtico, cercano y capaz de mover a miles de personas con su música. Para mí, una noche inolvidable.
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