Del 7 al 11 de agosto, Aranda de Duero volvió a latir con fuerza gracias a la vigésimo séptima edición del Sonorama Ribera, que reunió a unas 145.000 personas en cinco días de música, emociones y celebraciones colectivas. Con un aforo más reducido y mejoras en comodidad y sostenibilidad, el festival reafirmó su identidad como el gran encuentro de la música en español.
La Plaza del Trigo, epicentro sentimental del Sonorama, fue testigo de momentos inolvidables: desde el despegue de nuevas voces como Miriam Rodríguez, Karavana o Merino, hasta el homenaje a Supersubmarina, que reapareció en formato acústico junto a Pignoise, provocando uno de los aplausos más largos del fin de semana.
Sobre los escenarios principales brillaron artistas consolidados y despedidas históricas. El Columpio Asesino y Niños Mutantes dijeron adiós para siempre, mientras que Rayden y Funzo & Baby Loud ofrecieron sus últimos conciertos ante un público entregado. La emoción se palpaba en el ambiente.
La variedad musical fue uno de los grandes aciertos: desde el pop luminoso de Mikel Izal y Dani Fernández, hasta el rock mestizo de Coque Malla, pasando por el empuje urbano de Natos y Waor y YSY A. También hubo lugar para homenajes generacionales: Los Planetas celebraron los 30 años de Súper 8, Hombres G recordaron sus 40 años en los escenarios y Luz Casal sorprendió con una actuación majestuosa.

Momento de euforia colectiva en Sonorama Ribera 2024
Más allá de los conciertos, el festival demostró su capacidad para tejer comunidad: artistas como El Kanka, Rozalén o La Habitación Roja participaron en encuentros, entrevistas y colaboraciones espontáneas, mientras Aranda vibraba con conciertos callejeros, homenajes a Antonio Vega y descubrimientos como Ultraligera.
Con avances en sostenibilidad, paridad artística y una puesta en escena cuidada, Sonorama Ribera 2024 fue, en palabras de su director Javier Ajenjo, “la edición más emocional de la historia”. Un espacio donde la música es excusa y el corazón, protagonista.